Arrojándolos a la trituradora, asfixiándolos con dióxido de carbono o electrocutándolos. Así mata la industria del huevo a los pollitos macho porque no producen huevos ni crecen lo suficientemente rápido como para justificar el coste de alimentarlos para producir carne.
El sacrificio de los machos recién nacidos, de forma más o menos ortodoxa, es una práctica muy extendida en todo el mundo. De hecho, según PACMA, cada año son sacrificados entre 4.000 y 6.000 millones de polluelos que, una vez triturados, sirven para la elaboración de piensos para reptiles y otros animales que van a parar a los zoológicos.
Conscientes de lo cruel que resulta acabar aplastado en una trituradora, en Alemania, donde la industria del huevo sacrifica anualmente 45 millones de polluelos, un grupo de investigadores de la Universidad de Leipzig diseñó el año pasado un método para determinar el sexo de los polluelos antes de nacer.
El procedimiento propuesto por los expertos es rápido, sencillo y poco invasivo. Consiste en agujerear la cáscara del huevo con un láser y extraer parte del líquido contenido en él para analizar las hormonas sexuales. Gracias a ello es posible reconocer el sexo del polluelo antes de que nazca con una certeza del 98,5%.
Los primeros huevos de gallinas ponedoras incubadas siguiendo este procedimiento patentado como “Seleggt” se empezaron a vender en los supermercados berlineses del Rewe Group en noviembre de 2018 bajo la etiqueta Respeggt, que es una combinación de las palabras respeto y huevo. A partir de 2020, el grupo planea empezar a instalar esta tecnología en las granjas avícolas alemanas y expandir su modelo al resto de Europa.
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