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24/8/12

VIAJAR CON UN MUERTO AL LADO

No sabemos si el viaje de Lenna Pettersson desde los Países Bajos a Tanzania tenía por fin el placer o el negocio. Claro que, visto en perspectiva, ese detalle pierde peso habida cuenta que, en cuanto el avión despegó, un pasajero murió de repente y la aerolínea, al ver que no quedaba más sitio disponible, simplemente lo tumbó, lo cubrió con una manta y lo dejó al lado de la pobre mujer, todo el trayecto de más de 13.000 kilómetros que separan Ámsterdam de Dar-es-Salaam. Así que ni placer ni negocio ni nada. La naturaleza del viaje era indiscutiblemente macabra. Según ha contado Pettersson, periodista de la cadena de radio pública sueca Sveriges, al periódico Expressen, todo empezó justo antes de entrar en el avión. Vio a un hombre que estaba "sudando profusamente y sufriendo convulsiones", pero los empleados de la aerolínea lo admitieron de todas formas y lo sentaron a su lado. Al despegar, las cosas se complicaron. El enfermo empeoró considerablemente y, tras comprobar que nadie contestaba a la clásica pregunta de "¿hay un médico a bordo?", se le dio un masaje cardiorrespiratorio. Fue en vano. Había muerto. Fue entonces cuando empezaron los problemas para Jenna. La aerolínea no sabía cómo proceder ante una muerte a bordo (lo cual es raro: aunque el deceso aéreo no algo especialmente frecuente, no es nada imposible) así que decidieron cubrir el cadáver con una manta, tumbarlo en una hilera de asientos, y reorganizar los sitios para que nadie tuviera que estar especialmente cerca del cadáver a bordo. Todos menos Lenna. Solo pudo alejarse... al asiento del otro lado del pasillo, a unos 20 centímetros del cadáver. Según añadió la periodista, era un hombre alto y la manta era pequeña así que los pies le estuvieron asomando todo el viaje. Tras varias, y suponemos que tortuosas, horas (a ver quién se distrae con un libro o en una siesta con un cadáver al lado), Jenna llegó a Dar-es-Salaam. Pero nunca olvidó el incidente. Siguieron meses de lucha por correo electrónico contra la compañía aérea (el periódico asegura que era Kenya Airways, pero esa línea no ofrece el trayecto Países Bajos-Tanzania tan a menudo, así que podía ser un vuelo compartido) pidiendo al menos una indemnización porque viajar con un muerto al lado no estaba en las cláusulas de seguridad que ella había firmado. Por lo menos, que le devolvieran el precio del billete. Al final, tras varios intercambios de correos, la aerolínea accedió a pagarle la mitad del importe, unos 713 dólares (570 euros). "Me parece bien", ha sentenciado Lenna. "Es razonable".

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