Hay varias asociaciones que fabrican pelucas con pelo natural para enfermos. Una de ellas es Mechones Solidarios. Lleva haciéndolo desde 2013. Su taller está en Málaga, donde dos trabajadoras y dos voluntarias elaboran las pelucas. Para las personas con pocos recursos, las pelucas son gratis. En 2018, elaboraron 192. 101 de ellas fueron entregadas a cambio de una cuantía menor al coste de producción (360 euros). Y de esas 101, 75 fueron donadas a coste cero.
Para donar tu melena, debe medir al menos 30 centímetros (20 si eres menor de 14 años). El mío mide 20, pero han hecho una excepción. “Da igual que esté teñido o lleve queratina. También nos sirve. Lo único que no aceptamos es el pelo tratado con henna”, cuenta Estela Guerisoli, presidenta de Mechones Solidarios.
Si donas el pelo, te lo cortan por cinco euros. Eso me cobró Pilar Ferrero en su peluquería en el barrio madrileño de El Pilar. “Viene muchísima gente a donar. Aquí tienes la prueba”, indica Ferrero al enseñarme una caja llena de coletas y trenzas. Está a punto de mandarla a Málaga. La mayoría son castañas. También hay unas cuantas morenas y un par de excepciones rubias.
Antes de que me corte el pelo, tiene cita otra donante. “En mi familia ha habido varios casos de cáncer. Eso te conciencia. Donamos casi todos”, cuenta Mar Revilla mientras Ferrero le hace una trenza que cortará enseguida.
“Hace poco corté el pelo a una niña de tres años cuyos padres no le habían cortado el pelo desde que nació. Su primer corte fue para donar. Tengo otra de 75 años que dona su pelo gris. No hay mucho pelo con canas y la variedad es importante”, añade Ferrero. Poco después pega el tijeretazo a mi melena.
Podría dejarle el pelo a Ferrero para que lo mande ella, pero prefiero llevarlo personalmente a Correos. Por completar el proceso. Meto mi coleta en una bolsa de plástico, me despido de cada pelo y la introduzco en un sobre acolchado. Para tener más seguridad de que no hay ningún problema, mando el pelo por correo certificado. Cuando lo pesan descubro que solo son 100 gramos. Esperaba que mi melena pesara más que un yogur. Tres semanas después, recibí estas fotos por WhatsApp.
Nunca había visto mi pelo tan bien peinado. En ese momento no solo me alegré por la persona que recibiría la peluca. Lo que más feliz me hizo fue pensar que ahí no solo estaba mi pelo. En esa peluca estaban las donaciones de otras nueve personas.
Yo escogí este colectivo, pero hay otras asociaciones que realizan pelucas. Una de ellas es Pulseras rosas, con sede en Sevilla. No cobra a las personas con menos recursos. También destaca la madrileña Pekelucas, que realiza pelucas para menores de 14 años. Todas las pelucas de esta asociación son gratuitas. Pulseras rosas sigue recibiendo pelo, pero Pekelucas no.
Esa pequeña ayuda no es más que una coleta de 30 centímetros.
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