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5/2/19

UNA MUJER SOBREVIVE A UNA CAÍDA CUANDO SU PARACAÍDAS NO SE ABRE Y SON LAS HORMIGAS QUIENES LE AYUDAN A SOBREVIVIR.

Un caso increíble ocurrió en septiembre de 1999 cuando una paracaidista, que cayó desde una altura de más de 4.000 metros, fue salvada por un “colchón” de hormigas. En lo que parece más una historia de ciencia ficción que realidad, lo que le ocurrió a esta feliz sobreviviente podría dar perfectamente para un guión cinematográfico.
Joan Murray, una ejecutiva bancaria de Carolina del Norte y con experiencia de 30 saltos de práctica en paracaídas, decidió probar suerte con la caída libre desde exactamente 4.500 metros.

Apenas obtuvo la licencia para probar el temerario salto, el 25 de septiembre se lanzó al vacío a una velocidad de 130 km/h. Después de saltar, Murray entró en pánico al darse cuenta que el paracaídas principal no se desplegaba. Siguió cayendo mientras trataba de descubrir en segundos cómo salir del terrible aprieto en el que se encontraba.
Cuando Murray vio que se desplegó el de reserva, ya estaba a 200 metros del suelo. Los nervios y la adrenalina se combinaron con los movimientos de ella dando vueltas con el paracaídas secundario que no logró desenrollarse. El resultado no podía ser otro que impactar terriblemente contra el suelo, aunque no lo hizo directamente sobre la tierra sino sobre un nido donde se encontraban 250.000 hormigas de fuego.
La ejecutiva bancaria, que sufrió fracturas severas en el lado derecho del cuerpo, fue  atacada y picada por la marabunta de hormigas que trataban de defender su fortificación. Cada picada de una hormiga de fuego resulta muy dolorosa, así que Murray debió soportar la tortura mientras estaba clavada en la mitad de una colonia de cientos de miles de insectos. En estos nidos, con estructura de cúpula, no todas las hormigas atacan. Lo que sí puede ocurrir es que el veneno de las hormigas desate una respuesta alérgica que mate a la víctima.
Para su fortuna, a Murray la salvaron las más de 200 picadas que recibió. Cuando llegaron los servicios de emergencia, la hallaron casi inconsciente. En el hospital llegaron a comprender la magnitud del milagro que allí ocurrió.
Los especialistas establecieron que las picaduras de las hormigas de fuego causaron tantas descargas de adrenalina en su humanidad que el corazón no dejó de latir y los nervios y órganos se mantuvieron funcionando. Al llegar al hospital, cayó en coma por 15 días.
Dos años después de ese terrible accidente, Murray se atrevió a volver al paracaidismo. Totalmente recuperada subió de nuevo a un avión para experimentar una vez más de este deporte  extremo. “La adrenalina es indescriptible”, refiere.

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