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25/4/19

¿DÓNDE ESTÁN LAS AZAFATAS DEL "UN, DOS TRES..."?

Agatha Lys (azafata de 1972 a 1973)
Se la considera la primera gran estrella surgida del Un, dos, tres… Se convirtió en todo un sex symbol de la España del destape y pronto le enchufaron el pseudónimo de “la Marilyn Monroe del cine español”. La culpa la tuvieron un tinte rubio platino y el director Rafael Romero Marchent, que le hizo una película a su medida titulada La nueva Marilyn. En fin… que hasta los 80, difícil era la semana en la que Agatha o alguna de sus conquistas o supuestas conquistas no aparecía en la portada de una revista del cuore. Más allá de su vida sentimental, 50 películas (muchas mediocres, pero otras excelsas como Los santos inocentes) y una gran actividad teatral y televisiva (Amar en tiempos revueltos), la contemplan. Y no, ya no lleva ni peluca ni tinte rubio.
Victoria Abril (azafata de 1976 a 1978)
Una gloria nacional cuya biografía es inseparable de la de su gran mentor, el director Vicente Aranda. Junto a él logró el éxito nacional e internacional con Amantes o La muchacha de las bragas de oro. Pronto la captaría Pedro Almodóvar como nueva musa en sustitución de Carmen Maura en películas como Átame o Kika; también tendría su etapa a las órdenes de Agustín Díaz Yanes (Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, Solo quiero caminar). Desde entonces, su carrera se ha desarrollado principalmente en Francia, país en el que reside y en el que se refugió del acoso de la prensa rosa. Aun así, se ha dejado ver en series como Sin identidad y anuncia un gran retorno con Días de Navidad, serie de Pau Freixas para Netflix.
Nina Agustí (1987-1988)
O, para casi todos, simplemente Nina. ¿Qué decir de la de la emblemática primera directora de la Academia de Operación Triunfo? Descubierta por el genial músico Xavier Cugat, a su amplia sonrisa y sus indudables dotes vocales nunca les ha faltado trabajo. Representó a España en Eurovisión en 1989 y quedó sexta, lo que, visto lo que vino después, cabe calificar de todo un éxito. Fue pionera de la fiebre por los musicales protagonizando Mamma mia! Y cuando no ha estado en las televisiones estatales ha sido porque estaba trabajando en la autonómica catalana.
Silvia Marsó (azafata de 1983 a 1987)
Más allá del Un, dos, tres… su biografía es la de la historia de la pequeña pantalla en España: participó en las series de prestigio de TVE de la Transición como Turno de oficio o Segunda enseñanza y se sumó al carro más popular de las privadas en Canguros o Manos a la obra. Con posterioridad se dedicó principalmente al teatro, aunque en los últimos años forma parte de la nómina de las “chicas Bambú”, las actrices talentosas y respetadas que forman parte de la productora de Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés y ha actuado en sus series Gran Hotel y Velvet.
Kim Manning (azafata de 1983 a 1988)
Un torbellino californiano. La invasión guiri empezó con ella, auténtica estrella del programa durante los años 80. Tiene la plusmarca de programas, con más de 130. Tras reciclarse como otras de sus compañeras en la ficción (con la serie de televisión Manos a la obra, por ejemplo), y quedar tercera en un reality de Telecinco como El desafío bajo cero (¿alguien lo recuerda?), regresó a su país.
Miriam Díaz-Aroca (azafata de 1991 a 1993)
Experta bailarina, tenía una función clara y meridiana: recuperar el nervio perdido tras la salida de la espídica Kim Manning del programa. Y vaya si lo consiguió. Lo de Manning podía tener excusa en sus orígenes estadounidenses, pero en el caso de esta madrileña, toda España quería saber lo que había desayunado Díaz-Aroca para tener semejante vitalidad. Lo cierto es que fue capaz de compatibilizar su presencia en el programa con su participación en dos filmes históricos: Tacones lejanos, de Pedro Almodóvar, y Belle Époque, la oscarizada película de Fernando Trueba. Tras innumerables series de televisión y obras de teatro (llegó a participar en una Lisístrata en el prestigioso Festival de Mérida), en breve la volveremos a ver en televisión en Toy Boy (Antena 3), interpretando a una policía rodeada de strippers masculinos.
Lydia Bosch (azafata de 1984 a 1986)
Una presencia constante en el mundo de la televisión, pero también del papel couché por su tormentosa relación con Miqui Molina. Según la leyenda, llegó a la fama por casualidad: acompañaba a una amiga al casting del programa, cuando Chicho le preguntó por qué no se presentaba a azafata. Todavía exprimiría el estrellato del mundo de los concursos gracias a El juego de la oca, en Antena 3, programa crucial por juntarle con el que sería su cicerone en el paso a la ficción: Emilio Aragón. Pocos crushes más intensos ha soportado la sociedad española como el de el doctor Nacho Martín y su cuñada, Alicia Sóller, en Médico de familia, la serie que enloqueció al país en los 90. Después dio un giro dramático a su carrera apoyada en José Luis Garci con la película You’re The One, por la que incluso recibió una nominación al Goya. Regresó a la televisión especializada en encarnar a personajes muy alejados de la dulzura y simpatía que la hizo famosa: las matriarcas frías y sin remordimientos de Motivos personales o Sin identidad.
Paula Vázquez (azafata de 1993 a 1994)
Altísima y rubísima, la coruñesa causó furor en el mundo mediático de principios de los años 90. Tras Un, dos, tres… sustituyó a otra ex azafata como Silvia Marsó en la serie Canguros, y su ubicuidad fue tal que parecía que en los 90 no hubiera gala de televisión o concurso (que si Inocente, inocente, que si La gala del euromillón) que no contara con su presencia. Lo cierto es que en los últimos tiempos Paula ha dado mucho juego: por sus posiciones políticas surgió el infundio de que tenía una relación con el líder de Podemos, Pablo Iglesias; después se hizo diseñadora de bañadores; y finalmente, ha acabado volviendo a la televisión (y a los concursos), presentando el programa Fama, ¡a bailar! y El Puente en #0.
Esther del Prado (azafata de 1986 a 1987)
Pertenece a ese tipo de azafatas del Un, dos, tres… que, aunque hayan porfiado por tener una carrera fuera del plató, han sido noticia más por cuestiones ajenas al mundo artístico. A Del Prado le teníamos perdida la pista hasta que regresó cuando conocimos a un singular personaje de la España contemporánea: su ex marido Álvaro Pérez, para siempre jamás El Bigotes, uno de los cabecillas de la trama Gürtel. Estuvo solo unos programas… y en un Sálvame nos confesó por qué: sus múltiples adicciones hicieron que la productora la despidiera.
María Abradelo (azafata de 1991 a 1993)
Con María entramos en un canon de azafata diferente: la de los años 90. Voluptuosa, energética y atlética, era perfecta para la España de las Olímpiadas de 1992. Al salir del programa se convirtió en una habitual de las revistas, y en colaboradora de José Luis Moreno, para acabar de presentadora del programa infantil Babalá, del extinto Canal 9 valenciano. Todavía haría gala de su portentoso físico en La isla de los famoS.O.S, la versión antenatresera de Supervivientes. Las últimas noticias cuentan que trabaja como agente inmobiliaria.
Silvia Abascal (azafata de 1993 a 1994)
No fue propiamente una azafata, pero sí una presencia recurrente en el programa encarnando a “la sobrina endemoniada del presentador”, en un papel bastante repelente muy alejado de la encantadora presencia que nos mostró en series como Pepa y Pepe. En 2011 sufrió un derrame cerebral del que, afortunadamente, se ha recuperado completamente. Hoy es una de las actrices más queridas por la profesión (y de las más elegantes en la alfombra roja de cualquier evento). Recientemente la hemos visto muy medievalizada en La catedral del mar.

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