Su título original era mucho menos memorable
La versión de Broadway de The Sound of Music –Sonrisas y lágrimas en español–, que se estrenó en 1959 con críticas poco entusiastas– fue la última colaboración entre Rodgers y Hammerstein, los genios del teatro musical detrás de grandes clásicos estadounidenses como Oklahoma, Al sur del Pacífico o El rey y yo (de hecho, “Edelweiss” es la última canción que escribió Hammerstein antes de fallecer de cáncer en 1960). El dúo pensó en un principio en llamar Love Song (canción de amor) a su adaptación musical de las memorias de Maria Von Trapp, hasta que su abogado les hizo comprender que sería una pesadilla en materia de derechos de autor. Finalmente, se quedaron con The Sound of Music, título que heredó la película de 1965.
Durante el rodaje sucedieron varios accidentes serios
Hay pocas escenas de Hollywood tan emblemáticas como ver a Julie Andrews dando vueltas tan feliz por un prado alpino mientras canta “El dulce cantar que susurra el monte”. Pero lo cierto es que el número musical fue sumamente difícil de rodar por la cantidad de veces que el helicóptero de filmación tiró al suelo a la actriz. “El helicóptero volaba en círculos a mi alrededor y la corriente me aplastaba contra la hierba”, recordaba en una entrevista con el American Film Institute en 2009. “Pero aplastada, en serio. Durante un par de tomas, vale; pero luego empiezas a enfadarte un poco... a ver, me preparaba bien y pensaba: 'Esta vez no me pilla’. Pero todas las veces me comía el suelo”. A su vez, en la escena en la que vuelca la barca de los Von Trapp, Andrews intentó pescar como pudo a Kym Karath (Gretl), que apenas sabía nadar, hasta que al final fue Heather Menzies (Louisa) quien la salvó de ahogarse.
Estuvo a punto de tener un elenco bien diferente
Cuando Hollywood empezó a plantearse hacer una película de habla inglesa sobre los Von Trapp, los mandamases tenían en mente a Audrey Hepburn para el papel principal. Otras fuertes aspirantes a la protagonista femenina fueron Doris Day y Anne Bancroft, conocida por interpretar a la Sra. Robinson de El graduado (1968). Y aún hay más: cuando el estudio finalmente le ofreció el papel a Julie Andrews, esta estuvo a punto de rechazarlo, temiendo que el personaje fuera demasiado parecido al que acababa de interpretar en Mary Poppins (1964). Para el papel del Capitán von Trapp, por otro lado, Christopher Plummer se impuso frente a Bing Crosby, Rex Harrison y Sean Connery, mientras que Mia Farrow casi consigue el papel de Liesl que finalmente obtuvo Charmian Farnon.
Gran parte de la trama es, en realidad, ficción
Naturalmente, Hollywood se tomó unas cuantas libertades con respecto al libro The Story Of The Trapp Family Singers de Maria Von Trapp. Si bien es cierto que la familia austriaca escapó de los nazis con apenas unas mochilas a la espalda, su huida implicó coger un tren hasta el Tirol del Sur italiano y no pasar a Suiza escalando los Alpes a pie (como muchos críticos han señalado otras veces, la frontera suiza está en realidad a 160 kilómetros de Salzburgo). Sin embargo, el aderezo ficticio más notable de la película es el personaje de la joven Leisl, de 16 años, y su novio nazi, Rolf. En realidad, los Von Trapp tenían un hijo mayor llamado Rupert, un médico de 54 años que vivía en Estados Unidos en el momento del estreno de la película. Afortunadamente, tenía mucho sentido del humor. Cuando los fans de Sonrisas y lágrimas le preguntaban su nombre, él respondía siempre que se llamaba Leisl, saludando con una solemne reverencia.
Provocó el despido de Joan Didion, y otros muchos críticos de prestigio
Aunque Sonrisas y lágrimas gozó de un éxito comercial enorme –sigue siendo el musical adaptado al cine más taquillero de todos los tiempos–, hubo bastantes críticos que la acribillaron en su estreno y que, en consecuencia, acabaron sin trabajo. Pauline Kael, quien más tarde trabajó en New Yorker y una de las críticas de cine más influyentes del mundo, la definió como la "mentira cubierta de azúcar que la gente parece querer comerse", comentario que provocó que la echaran de la revista McCall. Del mismo modo, en su columna de cine para Vogue USA, Joan Didion reaccionó enfurecida ante la sugerencia de que “la gente podría haber evitado la historia” y que a lo mejor habría valido con "silbar una melodía feliz para dejar atrás el Anschluss", comentarios que desembocaron, poco después, en la recisión de su contrato.
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